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7:24 PM
CUANDO VUELVE LA IDENTIDAD.
El conjunto se dividió en dos para dar paso a una alucinación. Enrique y la imagen avanzaron hacia un encuentro. Era como enfrentarse a un espejo. Sintió el vértigo generado por la mutua incorporación con su identidad. Felizmente, el extraordinario fenómeno se había consumado. ¡Por fin pudo encontrarse consigo! Vibrante el corazón, se agitaba con el recuerdo, con el pasado que volvía. Era consciente que su vida naufragó por causas ajenas. Ahora un presente mucho más iluminado llegaba para cristalizar. El poblado había aparecido ante sus ojos. Las formas se fueron concretando como si una densa capa de niebla, se hubiera ido desvaneciendo con la luz del sol. No muy lejos el puente lucía su gallardía. El movimiento en la calle denunciaba el regreso de los habitantes. No pudo dominar el impulso y echó a correr. Estaba allí. El querido... fruto de sus infatigables trabajos. Un grupo de hombres y mujeres, en la puerta. Una voz conocida que le dice: -¡Te estábamos esperando! Después el gozo de recobrar la plena personalidad. Luego la memoria le recordó, quién había sido y quién volvió a ser. * Era propietario de un restaurante cerca del puente que une con un país vecino. Al principio, fue nada más que un pequeño boliche de campaña, pero con la construcción elevada sobre el río, arribó el éxito. Los viajeros comenzaron a detenerse en su comercio, buscando refrescos y descanso. Pronto el local resultó pequeño, por lo que se vio obligado a mejorarlo. También a distribuir las comodidades con mejor buen gusto. A medida que el tránsito sobre el puente se hacía mayor, aumentaba la clientela, y prestamente, necesitó apoyo de personal contratado, para incrementar la calidad del servicio. Sentíase optimista. La zona progresaba. Nuevos comercios y actividades se instalaron en el lugar. Con la venida de gentes de otros parajes se formó un interesante caserío. ¡Pero ocurrió lo inesperado! Los habitantes del otro lado del río, que vivían en un ambiente contaminado, al extremo superpoblado e industrializado, cuyo único recreo era gozar de la vista que le exhibía la natural costa del vecino país, comenzaron a quejarse por la elevación de chimeneas; por la destrucción del paisaje. No querían ver detrás del río, avanzar las miserias de su propia tierra. Las veces que cruzaban y miraban hacia atrás, se avergonzaban de lo que habían hecho con la naturaleza. Cuándo observaban las contiguas hermosas riberas con sus arenales y espesos montes, disfrutaban en tal grado, que un falso sentimiento de propiedad se apoderó de ellos. No estaban dispuestos a perder este confortable recreo, por lo que, decidieron reclamar contra el advenimiento de la nueva población. La fuerza sustituyó a las palabras. Entonces ocuparon el puente y el tránsito desapareció. Enrique se quedó sin parroquianos, tanto que tuvo que prescindir de sus empleados. La pobreza invadió el poblado y los habitantes emigraron. Enrique se fue a la Capital con los pocos ahorros que le quedaban, dejando tras sí, abandonado en el lugar, su espíritu generador de ilusiones y esperanzas. Nunca hubiera podido imaginar que esta decisión, le traería la más insufrible desventura. No era fácil encontrar trabajo y los bares abundaban. Estaba sorprendido por la demasía de estos servicios, que veía vacíos, el mayor tiempo. Ponía todo su empeño, pero no encontraba una solución. Solo, empobrecido y sin consejos, obedeciendo sus propios impulsos se marchó nuevamente. La noche le sorprendió. Hubo un silencio Cansado se acostó sobre los pastos. El estrellado cielo fue su abrigo, la luna su centinela. Cuando los párpados caían, sintió pronunciar su nombre que llegó a sus oídos como un lejano llamado envuelto en la musicalidad del lento escurrir de un manantial. Sediento como estaba de compañía, no se sorprendió al oír: -Llevas días vagando...dejando en cada lugar que pisas, enterradas las esperanzas de un buen final. ¡Ve en busca de tus raíces, vuelve al lugar que nunca debiste abandonar! -Las distancias no son invencibles –reflexionó-, las suaves colinas más que un escollo me servirán de aliciente. La sangre, acelerada transitó por las venas de Enrique como un afortunado vaticinio. Qué difícil es para el hombre entender, cómo a la oscuridad y el frío de la noche, puede seguir la luz y el calor de un alentador día. El camino de regreso se hizo más tolerable, excitado por animosos pensamientos Junto con la noticia de la terminación del conflicto, se liberaron los puentes. El pago natal, revivió con el retorno de la actividad que le proporcionó a los lugareños, el bienestar que añoraban. El diálogo había vencido a los propulsores de la violencia.
Visiones: 636 | Ha añadido: Nelson | Ranking: 5.0/1
Total de comentarios: 4
4 Dadodebaja4  
0
El regreso al hogar, al lugar de pertenencia, a lo añorado...que interesante texto Nelson, cuando la motivación es verdadera, como bien lo dice: las distancias no son invencibles. Que bien que funcionó la aplicación del diálogo.
Saludos, a. smile

3 Estela  
0
Què placer leerte, amigo! Tus maravillosas creaciones, profundas, tan representativas del género humano.

Magnífico!

Besos


2 YOLITA  
0
Nelson placer siento al leerte de nuevo..sabes hacia tiempo no leìa nada por mis diferentes ocupaciones...pero hoy saquè el tiempito..
Excelente exposiciòn y muy buena reflexiòn.
Un beso colombiano para mi ùnico amigo Uruguayo.. heart heart

YOLITA


1 Dadodebaja5  
0
Menudo texto, Nelson. Efectivamente su moraleja nos deja perplejos a todos. Vemos que es perfectamente factible su aplicación en cualquier campo que nos propongamos: me refiero al diálogo. Pero, como casi siempre, éste se desvanece.
Excelente trabajo Nelson.

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