| Aquel hombre habìa sabido capitalizar las mejores cosas de su vida; así, logró atrapar la amistad, el amor, la entrega, la inteligencia, la decisiòn, la risa, la esperanza, el conocimiento, el amor por los suyos, sus convicciones, sus principios de vida, y guardó esas monedas de oro en sus bolsillos. De tanto en tanto sus opciones de vida le hacían "gastar" una de esas monedas, ¿Era éste un gasto? No, no lo era, porque esta moneda multiplicaba sus alcances hacia otros y volvía hacia él. Así, utilizó una de sus monedas al decidir quien sería su compañera para caminar juntos por la vida, y esta moneda fructificó en los hijos, que asimismo le dieron la moneda de convertirlo en abuelo. Sacó otra ,muy cuidadosamente, al elegir otras opciones, cuando decidió que quería ser en la vida, y así, se convirtió en científico. Cuando se hizo de amigos, de esos amigos muy queridos, especiales, que siempre están,para escuchar, para contener, para compartir, utilizó otra de sus monedas de oro. El hombre de esta historia no era egoísta; le gustaba compartir esas monedas que había guardado en sus bolsillos; no obstante, tenía muchísimo cuidado y reflexionaba profundamente antes de sacar una nueva moneda, que se iba sumando a las anteriores que ya había entregado, cumpliendo así cada una de ellas, un destino glorioso. Las monedas que aún permanecían en sus bolsillos, esperando, estaban muy conformes, porque advertían que no eran utilizadas en forma superflua, ya que había un profundo análisis, antes de entregar su nueva moneda, que -invariablemente- como había sido dada con generosidad daba sus frutos. ¿Tenemos monedas de oro guardadas en nuestros bolsillos? ¿Advertimos que están allí? Si es así, sabemos entregarlas con generosidad,pero tambièn con dignidad, con respeto? ¿reflexionamos antes de hacerlo? Si no lo hemos comenzado a hacer aún, podríamos intentarlo...¿verdad?
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