Tercer año (9no grado)

Inicio el relato con una anécdota del curso anterior; dudé en escribirla, pero lo que pasó, pasó: en la clase de Educación Laboral se orientó realizar el dibujo técnico de una pieza mecánica de motor, y uno de los muchachos no la entregó en tiempo. El profesor nos dio la tarea a mí y a Orlando, por qué este alumno no había cumplido con el plazo de entrega, ya que él no se encontraba en la escuela; fuimos a buscarlo al albergue y tampoco estaba; un tanto atrevidos comenzamos a buscar entre sus cosas y cuando su encontramos una tremenda mucha humedad y cantidad de gusanos que despedían un desagradable olor (del dibujo nada). Todo lo colocamos tal y como estaba y esperamos a la otra semana para conversar con Luis, que nos confesó que se orinaba todas las noches(por pesadillas extrañando la casa) y que pensaba irse de la escuela; pero Orlando, César y yo conversamos mucho con él logrando que venciera ese miedo nocturno y continuar en la beca.

El tercer año (9no grado) fue un curso fácil, ya estábamos bien acoplados en la escuela y además éramos los mayores dentro de la unidad, después vendría la etapa de pre-universitario en otra unidad de estudio. Pero ese año éramos los que mandábamos. Claro sin abusar ni permitir el abuso.
Este curso fue muy importante para mí en los estudios, nuestro profesor guía, al que llamábamos "el culto” impartía clases de Literatura y Español ayudando a encender completamente mi chispa literaria, aunque desde años antes leía mucho. Fui propuesto para un viaje de estímulo a la antigua URSS, pero al final no se pudo ir. Además comenzó mi vida como militante de la UJC
En este año tuve una novia muy bonita(Magda), creo que fue mi verdadero primer amor de adolescente, incluso la visite oficialmente en su casa para hablar con sus padres como pretendiente con intención de matrimonio, ella vivía en un pequeño pueblito conocido como Vueltas y bastante alejado de mi Sagua, pero nada me detuvo y un sábado bien temprano salí para allá, sus padres, campesinos reticentes me impusieron una tremenda cantidad de condiciones que acepté sin pensar(aunque no volví a ir), nos era más cómodo a los dos los encuentros en la escuela, donde prácticamente vivíamos; allí en Vueltas vivían los jimaguas Omar y Osmany de los que les hablé en el escrito anterior y los padres de ella me exigían una nueva visita a través de ellos, pero siempre encontré una excusa.
Ocurrió un incidente con Juan Pérez, uno de los dos verdaderos amigos que aún conservo, incluso hace un rato conversamos de esto por teléfono, a él tampoco se le olvida. Todo ocurrió así: un día de la semana era obligado el autoservicio en el comedor, que consistía en servir el desayuno y el almuerzo si te tocaba por la mañana, o la comida por la tarde; después había que fregarlo y limpiarlo todo. Era muy entretenido, porque le servías más a las muchachitas o menos al alguno con el que tenías cualquier disputa y ese no podía protestar; a lo mejor en el baño o por la noche tenías que liarte a golpes con ese, pero bueno, me desvié de la historia con Juan Pérez, resulta que el piso del comedor resbalaba mucho por la grasa que se iba acumulando y eso lo aprovechábamos para lanzarnos a correr y deslizarnos hasta que el otro pudiera atraparnos por las manos, pero en una ocasión Juan Pérez se salió de mi agarre y se dio un tremendo golpe en la cabeza, quedando tirado en el piso, yo pensé que me gastaba una broma y lo levanté con fuerza dejándolo caer, entonces, al estar sin sentido se golpeó más fuerte en la cabeza y ahí se formó la correlata, lo levanté en brazos y me embalé hacia la enfermería, un recorrido que entre las vueltas de pasillos y bajadas y subidas de escaleras sumaban casi 800 metros. Llegué con él todavía sin conocimiento y así lo enviaron para el hospital y le avisamos a la familia. Pero lo importante es que todavía está entre nosotros.
Y con Magda casi me caso de verdad, pero en las vacaciones rompimos (por culpa de sus padres).