Aquel pájaro observó angustiado como las llamas se acercaban raudamente hacia el árbol donde había construído su nido.
Desesperado, intentó huir, pero al echar vuelo, una de las lenguas de fuego hizo presa de sus alas y las incendió.
Las batió intentando salvarse, pero comenzó a descender vertiginosamente; cuando cayó en aquel campo vecino, inclinó la cabeza para morir, y mientras sus alas caían abatidas, tomaron contacto con el pasto, iniciándose así un nuevo incendio.