El corazón palpitante, revolotear de ilusiones, los dedos fijos en el teclado inerme,
dos campanadas de mente, mil ilusiones a la espera ardorosa de las letras estridentes.
Un sueño, canto interno de alegría y ansiedad, dos segundos más... frente a la pantalla del frio monitor las letras esperadas, una tras otra, pero cada renglón convertido en caminos de hiedra.
¿A donde se fue la ilusión de los segundos pasados, donde las ansiedades que hicieron palpitar el corazón, a donde se fue la alegría de los renglones imaginados?
Frente a las preguntas, dos gotas inundaron mis ojos y los renglones se juntaban al leer,
el corazón parecía detenerse, los dedos antes curiosos,
ahora eran frías falanges que no atinaban a coordinar sus movimientos para dibujar en letras el sentimiento.
Una nube oscura de dolor invade el corazón y la palabra adiós cubre toda mi alma,
Entonces una fuerte explosión sacude el cuerpo de la musa, temblor de manos y de piel,
mientras un ruido estridente se escucha en el interior de mi cuerpo,
algo se había roto, algo se resquebrajaba dentro de mi … Mil pedazos de cristalina alma se esparcieron en mi interior,
partículas que como lanzas herían una y otras vez la ilusión, la musa, los sueños ,
yace inerme mi alma frente a la destrucción,
titilante el monitor parece tragarse todo este dolor,
atrapándome en miles de sentimientos confundidos,
sentimientos que atropellados se vertían como mares en mi corazón,
todo parecía nada, todo estaba lejos y cerca, todo se tornaba inerme dentro de mi... Un resplandor atrae mi atención y me saca de aquel letargo,
llega a iluminar la oscuridad de la desilusión y la soledad,
resplandece la pasión, la certeza, el amor, la sensibilidad,
todo aquello que me toca como mujer y enciende a la musa dentro de mi,
en esa luz estaba esa fuerza que mueve montañas de imaginación,
que crea puentes donde no hay ríos, llena de vertientes cristalinas los desiertos
y tiñe de azul cristal el firmamento.
Ese amor, ese sentimiento sublime por las letras que logran dibujar nuestra alma,
se encarga de que el sol brille luego de la tempestad,
de que la imaginación abrase la inagotable poesía para embalsamar las heridas,
el amor por esas líneas que me dibujan una y otra vez
y se saben de memoria la topografía de mi sensibilidad de mujer.
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