Abuela, te extraño tanto…
Tu canto, que acompañaba
tus pasos chiquitos y suaves
llenando toda la casa….
…¡Tu canto, abuela!...
¡Qué triste no escuchar nada!
Las ausencias son tremendas;
carencias inexplicables,
naturales consecuencias
del nacer… y del morir…
No hay edad para entender,
porque el corazón llora…
Mientras miro el sillón
de viejo mimbre que usabas
en tus pocos tiempos de ocio,
siento que mojan mi cara
incontenibles, quemantes,
tristes lágrimas amargas…
Ma. Ingrid